jueves, 6 de febrero de 2014

El Misterio De La Pintura Ventura Salimbeni

Colaborador: El Ale <<< Facebook
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mediados del siglo XX el papa Pío XII prohibió a un equipo internacional de investigadores, coordinados por el padre benedictino Pellegrino Ernetti, que continuaran con el diseño de una máquina capaz de obtener voces e imágenes del pasado. Más de cuatro décadas después fue localizado al jefe de aquel equipo. Sus declaraciones apoyan de alguna forma la evidencia que suponen los diferentes vestigios existentes en todo el mundo -como un cuadro del siglo XVII en el que el artista inmortalizó un moderno satélite de comunicaciones, una computadora astronómica del siglo I o huellas humanas impresas en estratos geológicos de cientos de miles de años- y nos permiten intuir que el Tiempo es una dimensión por la que podemos desplazarnos.

Polémica obra del artista italiano Ventura Salimbeni, donde se observa una esfera que pudiera ser un moderno satétite de comunicaciones.

Una pequeña iglesia italiana enclavada en la próspera ciudad, vinícola de Montalcino, a escasos cuarenta kilómetros de Siena, la iglesia de San Pedro alberga aún hoy una de las más desconcertante pinturas que existen en el mundo. Ningún objeto, pintura o legado documental de los que se han podido examinar en la búsqueda de fenómenos que demuestren la existencia de alteraciones -a veces de siglos- en el continuum espacio-temporal. es tan claro como el lienzo que se conserva en Montalcino. Diseñado originalmente en el año 1600 por el artista sienes Ventura Salimbeni (1567-1613), la tela recoge una escena singular: nueve personales, la mayoría ataviados con trajes eclesiásticos de la época, aparecen en torno a un relicario que contiene una hostia consagrada de la que parten varios deslumbrantes rayos de luz. Sobre estos prelados, y por encima de unas nubes grisáceas que separan en dos mitades el cuadro, se encuentran las imágenes de la Trinidad, flanqueadas por dos querubines. El lienzo no pasaría de ser una de tantas representaciones manieristas de los mundos celeste y terrestre, si no fuera por el insólito objeto que aparece en medio de los tres personales divinos y que acapara el protagonismo de toda la obra.

A primera vista parece un simple objeto azulado que bien podría representar el globo terráqueo. Pero examinado con más detenimiento se aprecia que semejante interpretación es errónea. La existencia de al menos tres líneas longitudinales a lo largo de la curvatura de esta extraña esfera y una banda central a modo de "cinturón", presentan todo el aspecto de junturas de varias piezas de apariencia metálica. No menos sorprendentes son las dos extremidades en forma de antenas asida por las divinas figuras de Dios y Jesús, respectivamente, y que no dejan lugar a dudas -a los ojos, claro está, de un hombre habituado a tecnología contemporánea- de que nos estamos enfrentando a la primera representación artística de un moderno satélite de comunicaciones. Quizá a uno de los primeros modelos puestos en órbita, como el Sputnik soviético o el Vanguard norteamericano.

Roberto Cappelli, profesor de Montalcino que lleva estudiando y terciando polémicas sobre esta tela desde hace muchos años, recuerda con detalle cómo comenzó a interesarse por esta obra:

«Hace ahora más de tres décadas durante la celebración de una ceremonia religiosa en la iglesia de San Pedro, me fijé en el cuadro de Salimbeni y, particularmente, en su parte superior. Me llamó tanto la atención que decidimos subir hasta el objeto que aparece en el centro del cuadro, utilizando una escalera. Se trata de una esfera aparentemente similar a las que se encuentran en otros cuadros de todas las épocas, pero éste presentaba, además, un par de antenas que impiden que se interprete como una imagen del mundo o una figuración de la hostia. Además -acaba precisando- las 'antenas', vistas de cerca, parece que estén enroscadas a la esfera.»
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Cuadro de Salimbeni
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Satélite Sputnik I
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Satelite Vanguard II
  








Cappelli habla observado bien. Durante estos largos años ha dedicado muchas horas a la observación de los más ínfimos detalles de la obra. Su convencimiento de que lo que está allí representado no puede ser sino uno de los primeros satélites contemporáneos, deja sin aliento a sus más acérrimos críticos. Uno de ellos, el también profesor Alberto Piazzi sostiene que la esfera de Montalcino es una representación artística de la Tierra y que las dos antenas no son sino cetros divinos estilizados, que dan al observador la impresión de dominio de la Trinidad sobre los designios del planeta.

Fuente: http://www.mundoparanormal.com/docs/parapsicologia/cronovisor.html

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