El abad Virila nació en Tiermas en el 870 y murió
en Leyre en el 950.
Mantenía el bueno del abad tremendas dudas sobre
cómo sería el gozo de la eternidad. Es así que un
día de plenitud primaveral se interna en el bosque cercano con
estas meditaciones que leía en un libro.
En la espesura del bosque aparece un ruiseñor,
que con sus trinos distrae su atención
de la lectura, apartándolo hasta una fuente. Allí queda
prendado del canto del pájaro, hasta que se adormece.
Cuando se despierta la naturaleza había cobrado
nueva vida y no encuentra elcamino de vuelta, hasta que al fin lo reconoce
y al monasterio al fondo, que ahora es más grande, con iglesia
mayor y nuevas dependencias que no comprende. Al llegar a la portería
e identificarse, nadie le reconoce. Buscando en el archivo del cenobio
encuentran un abad Virila " perdido en el bosque ", pero
hacía trescientos años.
Es entonces el monasterio una revolución por el
milagro acaecido, y en pleno Te Deum de acción de gracias se abre
la bóveda de la iglesia y se oye la voz de Dios " Virila,
tu has estado trescientos años oyendo el canto de un ruiseñor
y te ha parecido un instante. Los goces de la eternidad son mucho más
perfectos ". Un ruiseñor entra entonces por la puerta
de la iglesia con un anillo abacial en el pico, y lo coloca en el dedo
del abad, que lo fue hasta que Dios lo llamó a comprobar la gloria
eterna.
En los alrrededores del Monasterio se encuentra la Fuente
de San Virila.
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